A la hora de hacer una reforma de calefacción mucha gente nos pregunta sobre el suelo radiante. Es una opción cada vez más demandada por su eficiencia y el confort que aporta a la vivienda. Pero más allá de una correcta instalación, debemos analizar el tipo de suelo con el fin de aprovechar todas sus propiedades. En el mercado existen diferentes tipos de pavimentos, pero dentro de ellos cuál es el más indicado para suelo radiante; el suelo laminado o porcelánico.
Por mucho que los tubos de suelo radiante estén fríos o muy calientes si sobre ellos no tenemos un material conductor, sus propiedades se reducirán.
Por eso, si hemos apostado por este sistema de calefacción, lo mejor será dejarse asesorar por profesionales y que nos indiquen qué tipo de superficie es la más adecuada.
La alta demanda de este tipo de calefacción se debe a su mayor eficiencia y menor consumo. Su instalación se basa en la colocación de una red de tuberías por debajo del suelo donde circula el agua. Lo bueno de este sistema es que el agua puede calentarse a través de una caldera (gas, biomasa…) o a través de bombas de calor (aerotermia, geotermia etc.), siendo más eficientes.
¿Qué tipo de suelo es mejor para el suelo radiante?
Una vez explicado el funcionamiento del suelo radiante, entenderemos perfectamente la importancia de tener un suelo cuya conductividad térmica sea la adecuada y poder aprovechar al máximo sus propiedades. En realidad, cualquier superficie puede ser adecuada para instalar este tipo de calefacción. Lo malo es que dependiendo de sus características, será más efectiva y consumiremos más o menos energía.
De los diferentes tipos de pavimentos que existen en el mercado, los suelos cerámicos y de piedra son los más indicados. Tienen una alta conductividad, lo que conlleva un gran aprovechamiento del calor, ya que se transfiere rápidamente. Además conservan muy bien la temperatura y la mantienen mejor.
Respecto a los suelos laminados, de madera y parquet habrá que analizar la densidad y el grosor del material. Cuanto más densas y más delgadas sean, la transmisión será mejor. Por eso, dentro de este ámbito los suelos laminados y de parquet son dos grandes opciones. Si pensamos poner suelos de madera, debemos tener en cuenta los aspectos citados anteriormente, ya que puede actuar como una barrera y no aprovechar al 100% sus propiedades.
Lo mismo sucedería sobre materiales como el vinilo o la moqueta. Por ejemplo los suelos de vinilo están sujetos a una restricción de temperatura de 27 grados, por lo que puede afectar al rendimiento. Respecto a los suelos enmoquetados, no son la mejor opción porque reducen la transmisión del calor, por lo que no aprovecharemos sus propiedades de forma completa.
El suelo radiante es una técnica muy empleada hoy en día. Sus grandes propiedades la convierten en una opción eficiente si nos estamos planteando una reforma del sistema de calefacción. Eso sí, antes de apostar por su instalación, debemos tener en cuenta el tipo de suelo que irá encima. El suelo laminado o porcelánico son dos excelentes opciones, para otros materiales lo mejor es dejarse asesorar por profesionales.
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